Se está acercando la Fiesta de la
Pascua. Es una fiesta muy actual y no una simple conmemoración del
nacimiento de Jesús. El relato del nacimiento nos anuncia un mensaje
para hoy, aquí y ahora. Es un saber religioso antiquísimo que
debemos interpretar para nuestra época.
Celebramos la Navidad en una fecha
muy concreta. En los círculos religiosos, desde siempre se ha
celebrado esta fecha cuando los días son más cortos, como una
alegoría de los procesos interiores. Se trata de la órbita que
recorre el sol en el zodíaco. Los hijos de Dios han sido siempre
identificados con el sol. La luz del sol alumbra el mundo. Esta
Fiesta es una invitación para nuestro renacimiento en el espíritu,
y este suceso tiene que realizarse en nuestra psique. Es un proceso
que deberá repetirse cada año.
Para ello será necesario
cuestionarnos muchas cosas, de modo que nuestra postura fundamental
ante la vida quede sacudida y el mundo exterior se derrumba, pierde
brillo y alegría. El nacimiento tiene lugar en una cueva en Belén.
Belén es la cueva de nuestro corazón donde reina la oscuridad más
absoluta. Se trata de un suceso psicológico muy importante que hace
que sintonicemos con el universo entero y que nuestra vida se torne
plena y feliz.
En la Fiesta de la Navidad debemos
caer en la cuenta de nuestro origen divino, de que lo divino se ha
encarnado en nosotros, a pesar de todas nuestras imperfecciones. El
maestro Eckhart dice: ¿”De qué me serviría si Jesucristo hubiera
nacido de Dios y yo no?” Jesucristo es el modelo en el cual
reconoceré que soy hijo/hija de Dios.
A pesar de todos los problemas y
dificultades de la situación actual en nuestro país y en el mundo
os deseo a todos una Navidad muy feliz, y mucha luz para el Año
Nuevo.
Con un abrazo, Carmen, Baika-An
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