Navidad 2020
En este año 2020 el tiempo navideño es tan diferente a los anteriores porque el mundo está patas arriba. La vida como la conocíamos ha cambiado enormemente debido a la pandemia de la COVID-19 con sus múltiples restricciones, cuarentenas, amigos y familiares fallecidos. A muchas personas les entra miedo, hasta pánico, incapaces de admitir las inseguridades que predominan ahora, y se lanzan a buscar culpables, necesitan encontrar la figura del enemigo. No podemos negar la realidad, ni tampoco perder de vista nuestra conexión e interdependencia con los demás. La situación actual revela lo frágiles que son nuestros sistemas económico y sanitario. A pesar de tantos logros de le humanidad nos damos cuenta de que no tenemos control sobre la vida y que no hay y no habrá seguridad absoluta.
Necesitamos practicar más que nunca la atención plena, la solidaridad y fraternidad, precisamente al encontrarnos con la incertidumbre de la vida en sí. Nuestro zazen nos calma y nos depara más confianza para dedicarnos a lo que la vida pide de nosotros ahora: responsabilidad. Ésta se traduce en llevar mascarillas, guardar la distancia social y no juntarnos muchas personas, ni tampoco en esta Fiesta de la Navidad. Practiquemos el encuentro con nosotros mismos para que crezca en nosotros la confianza de que a pesar de los cambios en nuestras vidas por las restricciones, podamos mirar la vida de forma abierta y serena, sin quedarnos enganchados en nuestros temores y pensamientos negativos, tanto nuestros como de los demás.
En las calles brilla la decoración navideña con innumerables luces como todos los años. La Navidad es fiesta de luz. Jesús dijo: Yo soy la luz del mundo. (Jn 8,12) Cuando la luz nos inunda y llega a los pliegues de nuestra alma, nos da Vida.
También dijo Jesús: Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. (Jn 10,10)
De esa vida en abundancia se trata en nuestro caminar espiritual: que las potencias que dormitan en nuestro interior lleguen a desarrollarse y desplegarse, y que esa vida plena entre en todos los rincones de nuestro Ser para que la irradiemos al mundo.
Os deseo una Navidad llena de luz, que no os invada la tristeza por no poder estar con todos los seres queridos como en otros años. Sigamos practicando kshanti (paciencia) con este modo de vida restringida y limitada, y con nuestros sesshin virtuales que aún no sabemos cuándo podrán ser nuevamente presenciales.
Un abrazo. Baika-an
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