Entonces donde nosotros
viviremos continuamos haciendo zazen,
sólo morimos en nuestra parte histórica y nuestra energía continúa
caminando hacia el infinito en una práctica de simplicidad y conocimiento
directo de la energía elemental.
Un maestro nos conecta a
esta simple comprensión de lo que existe y su manifestación constante desde lo
ilimitado hasta nuestras manos, nuestras montañas, nuestros seres queridos. Latiendo
con una indiscriminada atención para todo lo que existe, apuntando en la otra dirección, al origen que
lo hace posible y que se nos presenta incognoscible, silencioso, original.
He paseado entre las
jaras florecidas, el sol tibio y la voz
de lo que no tiene límites ni forma, se me presentaba de una belleza
sobria e inigualable, el olor y la luz como preciosas cualidades de lo que
surge en lo profundo del Universo y aquí, conmigo: flores blancas, un sendero
bajo el sol.
J.G.
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