Terminó felizmente nuestro largo sesshin
en el Monte de Silencio, en el cual los Teishos más íntimos fueron dados por
las cigarras, el viento, el cielo claro, las nubes, las estrellas y la
vía láctea. Por las noches hacíamos la ultima sentada en el Monte Tabor,
sentados en circulo sobre el murito redondo en el centro. Como lo expresó una
participante al final: alli formamos un círculo energético muy intenso; la
unidad de todos bajo el firmamento estrellado en el silencio de la noche. Nos
llevamos ese recuerdo especial con nosotros a la vida cotidiana. Gracias al
Monte de Silencio con su increíble energía. Aquí viene a la mente el poema del
maestro Mumon (35 Mumonkan):
Las nubes y la luna son lo mismo,
valles y montañas son distintas entre sí;
todos son benditos, todos son benditos. ¿Es uno? ¿Son dos?
Las nubes y la luna son lo mismo,
valles y montañas son distintas entre sí;
todos son benditos, todos son benditos. ¿Es uno? ¿Son dos?
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