El pasado 5 de agosto falleció mi querido y admirado
Maestro Zen, Robert Aitken Roshi, quien me aportó tanto en mis siete viajes a su
Zendo en Honolulu, primero en Koko An, luego en Palolo y finalmente en su casa
en Big Island. Me encontraba en pleno Kenshukai (reunión de maestros Zen) en
Holanda, cuando Ryo-un Roshi (actual abad de la escuela Sanbo-Kyodan), nos
comunicó el fallecimiento.
Aitken Roshi llevaba ya unos cuantos años en silla de ruedas,
enfermo del corazón, necesitando ayuda durante las 24 horas del día. Pero su
mente seguía muy clara. El último libro que escribió, titulado “Miniatures of a
Zen Master” (Editorial Counterpoint, Berkeley) lo dictó, porque ya no era capaz
de escribir.
Siempre
había tenido una salud frágil, probablemente debido a su internamiento en un
campo de prisioneros en Japón durante la II Guerra Mundial. Pero allí, también tuvo la
gran suerte de encontrarse con el poeta americano R.H. Blyth, profundo
conocedor de los haikus (poemas japoneses de 3 líneas, de 5-7-5 sílabas), y a
través de quien llegó al Zen.
Estudió
con diferentes Maestros Zen, tanto en EE.UU como en Japón. Su principal Maestro
fue Yamada Ko-un Roshi, de la escuela Sanbo-Kyodan, en Kamakura, quien en el
año 1974 le transmitió su Dharma.
Junto con su esposa Anne fundó la Diamond Sangha en
Hawai, cuyo 50 aniversario celebró en verano del 2009.
Aitken Roshi tenía una gran preocupación
por un cambio profundo en la sociedad. Durante muchos años estuvo asociado con
movimientos de paz y justicia social, y participó en muchas manifestaciones
contra las guerras. También fue miembro fundador de diferentes comités en
Hawai.
En total escribió unos doce libros sobre Zen. Traducidos al español existen:
-
Curso básico para la práctica del Zen (Árbol
Editorial, México)
-
La mente de trébol (idem)
-
Un maestro zen llamado cuervo (Editorial
Siruela)
-
El dragón que nunca duerme (Viento del Sur
Ediciones, Argentina)
Para más información, pueden consultar su página: www.robertaitken.blogspot.com.
Termino con un haiku del Maestro Ryokan:
Una hoja de arce cae,
ahora muestra su cara,
luego su dorso.
En
profunda gratitud me inclino ante ti, Roshi, sabiendo que sigues siendo mi
guía.